Cada vez más, el ictus es un
evento clínico con el que estamos más
relacionados en nuestro día a día. Y el tratamiento y posterior recuperación de
las secuelas es cada vez más importante; por la relevancia cuantitativa y cualitativa
que tanto uno, el tratamiento, como otra, la recuperación, tienen a la hora de
restablecer la sanidad de los pacientes afectos por el mismo.
Desde
hace algún tiempo se ha comprendido la importancia de la actuación precoz, lo
más inmediata posible, tras un posible ictus y la importancia de la
rehabilitación integral y multidisciplinar de las secuelas del mismo. Hecho
este último que queda claramente demostrado en las personas que han recibido
tratamientos en centros especializados a tal fin, y que viene avalado por
estudios como el publicado a principios de este año en el European Journal or
Neurology[1]. Esto
es un hecho y cada vez debemos de hacer mayor hincapié en hacer ver a la
sociedad científica y terapéutica de la importancia de atender a los pacientes
post-ictus, en su fase subaguda, en centros debidamente especializados y
equipados a tal fin.
Pero
ahora debemos de empezar a preocuparnos de ir un poco más allá. Y es que el día
después de que el paciente sale de un centro de rehabilitación integral de las
secuelas post-ictus, todavía es importantísimo su seguimiento, control y sobre
todo su mantenimiento y continua revisión de que lo recuperado no entra en fase
de regresión. Hay que ir hasta la máxima recuperación funcional posible del
paciente y su restablecimiento a la sociedad y, por qué no, al mundo laboral,
en las más y mejores condiciones posibles.
Según
una encuesta llevada a cabo en el Reino Unido[2], sobre 2.700 pacientes que sufrieron ictus y
realizaron tratamiento rehabilitador, a la finalización del mismo, y una vez
fuera de todo programa de atención específica, el 50% refirió haber sufrido
ansiedad, y un 66% depresión.
Junto
con esto y atendiendo a un estudio llevado a cabo en EEUU[3],
sobre una población de 1,3 millones (En Cincinnati y Kentucky del norte, en
mayores de 20 años y desde 1993 hasta 2005) de personas que fueron seguidas, se
comprobó un incremento del número cuantitativo de ictus y, sobre todo un
importante incremento del porcentaje de ictus ocurridos en menores de 55 años.
Pasando de representar un 13% del total en 1993 a un 19% en el año
2005. Es decir un claro aumento del porcentaje de personas jóvenes que se van
viendo afectada, año tras año.
Todo
esto nos debe hacer pensar en la importancia que tiene la recuperación de las
secuelas de un ictus y en como no se puede dejar a los pacientes tras la
primera fase de reparación: la física y de estabilización de estado clínico.
Hay que ahondar más en el retorno del paciente a la actividad social y laboral.
Y
en esa línea va el programa desarrollado en el Centro de Rehabilitación Integral Casaverde. Un programa creado
desde la Fundación Casaverde e
ideado para conseguir “esa máxima recuperación
funcional posible del paciente”.
Este
Programa de Reinserción Socio-Laboral
del paciente está pensado precisamente para reducir el estrés que sufre el
paciente al verse abocado con sus secuelas, solo con el apoyo de la familia más
cercana (hay casos en que ni siquiera existe esa familia), a una sociedad que
todavía no está preparada al cien por cien para recibir a estos pacientes
(falta de accesos habilitados, soportes físicos adecuados...). Y para reducir
la ansiedad y depresión de estos pacientes al encontrarse de frente la realidad
de sus secuelas, una cargadísima agenda médica difícilmente gestionable por
ellos solos, llena de interconsultas especializadas, y un punto y final de su
recuperación.
Teniendo
en cuenta el dato del aumento del porcentaje de pacientes con ictus, menores de
55 años, en los últimos años, no es difícil entender que la discapacidad y su
carga en materia de pensiones es altísima. Por lo que es preciso, además de la
prevención de factores de riesgo cardiovascular y de eventos cerebro
vasculares, profundizar en todas aquellas acciones que nos lleven a reducir costes
y, sobre todo, a reincorporar a la sociedad a esos pacientes en condiciones
óptimas[4].
Hagámonos
una pregunta ¿acaso no hay muchos pacientes post-ictus que con un adecuado
programa de rehabilitación integral, y un seguimiento y profundización tras la
fase subaguda no podrían haber vuelto a ocupar un puesto de trabajo? Permítanme
que responda: sí. Y con tan solo cinco meses de vida del programa puesto en
marcha por la Fundación Casaverde y desarrollado en el Centro de Rehabilitación
Casverde Mutxamel ya tenemos ejemplo de ello. Evidentemente con la colaboración
de las organizaciones oportunas a tal efecto.
En
resumen, todas estas cuestiones deben de hacernos plantear un tratamiento
integral, personalizado e intenso de los pacientes ictus, desde el inicio del
protocolo ictus hasta alcanzar su máxima recuperación funcional para su
reincorporación a la realidad socio-laboral de su entorno.
Estas
cuestiones trazan un importante ahorro en gasto socio-sanitario, tanto la
prevención de factores de riesgo como la adecuada, integral y prolongada
recuperación del paciente. Pero, siendo esto importante, lo más importante que
logran estos programas es la reducción de sufrimiento en los pacientes y en sus
familiares tras un ictus. Así como la esperanza de que muchos de ellos puedan
retomar funciones que, dadas las edades de las que hablamos, son fundamentales
para su estabilidad emocional, familiar y personal.
Tal como
dijo recientemente el Dr. Clare Walton[5],
"Una apoplejía ocurre en un instante, pero su efecto puede durar toda la
vida, dejando a muchos con discapacidades severas a largo plazo”.
En nuestras
manos tenemos los medios para que esto no sea siempre así. Nuestra obligación,
ponerlos a funcionar.
Coordinador médico del C.R.I. CASAVERDE
[1] From
the aNational Institutes of Health, Mark O.
Hatfield Clinical Research Center, Rehabilitation Medicine Department,
Bethesda, MD; bKaiser
Foundation Rehabilitation Center, Vallejo,
CA; cBoston University Medical Campus, School of
Public Health, Health & Disability Research
Institute, Boston, MA; dDivision of Research, The Permanente Medical Group, Kaiser Permanente
Northern California, Oakland, CA; and eKaiser
Permanente Capital Service Area, Sacramento,
CA.
[2] Por la “Stroke Association UK”. Comentada
por su presidente ejecutivo Jhon Barrick.
[3] Publicado por la BBC, en
base al informe del informe Dr Brett Kissela, responsable del estudio.
[4] El daño cerebral causado
por ictus es la principal causa de discapacidad en adultos en el Reino Unido.
Al año hay 152.000 personas afectadas
[5] De la “Stroke Association UK”.
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