sábado, 31 de diciembre de 2011

SILENCIO


Silencio. Si acaso roto por el sonido de un televisor en funcionamiento en la sala. Las paredes y cristales decorados con motivos navideños. Fuera, tras estas paredes, se respira el ambiente de la Navidad. Dentro, en estas salas, se respira, y gracias.
           
Nunca unas navidades en tanta compañía. Nunca unas navidades con tanta gente sola. Cada paso por los pasillos no suena como lo hacía en julio, agosto o septiembre. Quiere sonar a villancico, pero suena a nostalgia y a vacío. Una casa tan llena y en cambio, ocupa tanto el vacío como la compañía. Los que siguen dentro, algunos esperan, otros desesperan. Pocos piensan en como será el 2012; todos saben como ha sido el 2011. Pero todos piensan, ¿por qué aquí, en estas fechas? Todos rumian, como salir de esa cárcel, su cárcel autóloga; pero no la mía.
           
Cada saludo a cada uno de ellos trae a mi un pensamiento: ¿se puede ser feliz así? Claro que sí. Me gusta pensar que sí. ¿Dónde están las familias de los que aquí dentro aguardan y desesperan? En estas fechas todos deberían tener un familiar, un amigo, un alguien con quién compartir un algo. Aquí no. Bueno sí, se tienen todos los que quedan. Pero ya se tenían antes de la Nochebuena. Nada especial. O quizás lo más especial que tienen.
           
Yo salgo todos los días y al volver al día siguiente siguen aquí, me esperan. Casi se diría que todos los días se alegran al verme llegar. Al fin y al cabo es alguien que llega de nuevo, que no estaba hacía un rato y que no estará en unas horas. Alguien que trae el aroma de fuera, el aroma de fiesta, el aroma de la Navidad. Que poco dura esa fragancia en sus vibrisas. Yo ni siquiera la percibo en las mías. Lógico, uno no aprecia lo que tiene; quiere lo que le falta. Y aquí falta tanto en estas fechas. Y aquí hay tanta humanidad, integra, por empezar.
           
No quedan tantos, pero quedan. Y por raro que parezca a uno le dan ganas de no irse; no en estos días. De quedarse, de ejercer del familiar o el amigo con el que estas personas están deseando poder compartir mesa y mantel en estas fechas. Pero no, no soy su amigo, no soy de su familia. Solo trabajo aquí. Por supuesto que hasta en Navidades y en cualquier fecha hay, ha habido y habrá enfermos. Contra eso poco podemos hacer, aunque lo intentamos. Pero, ¿por qué, además de enfermos, solos en las fiestas de la familia?
           
Miro a través de la ventana y sin ver a nadie sé que la gente se está reuniendo alrededor de la mesa. El abuelo carga a horcajadas con el nieto, la madre riñe al hijo, el padre se abraza con la hija. Los villancicos suenan en la tele mientras el pequeñín de la casa alborota con una pandereta. En la mesa decenas de platos que volverán al banco de la cocina repletos de comida. El ambiente plagado de cariño, de amor, de ternura. Y aquí...Y aquí, se tienen a ellos.

Aunque solo sean unas horas, aun cuando sé que yo saldré y ellos saben que no lo harán y aunque quizá esto solo les remueva el sentimiento y haga brotar en ellos, aun más, la nostalgia, quiero acercarme a ellos. Quizás no pueda suplir a quien ellos necesitan, seguro; pero si puedo disfrutar con ellos, si puedo intentar que hoy sea un día especial. Que por unos instantes piensen en como será el 2012 y en quien vendrá a verlos las próximas navidades. Que por unos instantes se diviertan entre ellos, y no vean, el uno en el otro, la cara del de siempre. Si quiero y si puedo que, al marcharme hoy de aquí, cuando esté sentado con mis amigos esperando las campanadas y pensando en todo lo bueno que ha de traerme el año próximo, piense en ellos, con sus nombres y apellidos. Y que, aun cuando solo sea de manera virtual, quizás espiritual, piense en cada una de las personitas que esta noche recibirán al año entrante aquí, solas; pero no del todo.

Quiero pecar de egoísta y pedir ya mi primer deseo al año que entra: deseo que las próximas navidades todas las personas que estén ingresadas en la clínica tengan un motivo para, al apagarse las luces, sonreír antes de dormirse. Y deseo que sus familias estén al lado para verlos sonreír mientras se duermen.
Se ha apagado el televisor. Ahora ya sí, todo es silencio.

Dedicado a todas las personas que estas Navidades las han tenido que pasar ingresadas o internadas en cualquier centro socio-sanitario, y a todas las personas que han ido a verlas.

4 comentarios:

  1. ¡Pues sí señor! Qué fácil es felicitar a los que están en el momento de la algarabía. Lo difícil, a la par que hermoso y, sobre todo, valioso, es acordarse de quien no va a estar, que, a su vez es quien más lo necesita.
    Un brindis virtual contigo por este motivo Doctor.

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  2. Comparto tu deseo. Ojalá se haga realidad !!

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  3. Comparto tu deseo. Ojalá se haga realidad!!!

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  4. Por desgracia, en mi familia hemos tenido que pasar varias Navidades haciendo compañía a nuestros enfermos en un hospital y he podido comprobar que lo que dices es verdad. Ojalá tu deseo se cumpla!!!! feliz Año a todos

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