martes, 19 de abril de 2011

LA LISTA DE LOS CARROÑEROS


           Siguiendo con nuestro particular análisis de la naturaleza, la animal sobre todo, hoy le toca el turno a unos animalitos mal vistos generalmente pero que tienen su función e importancia en el equilibrio natural: los carroñeros. 

Animales carroñeros hay de muchos tipos y son bastantes abundantes. Los hay carroñeros puros y otros que, en condiciones de necesidad, pueden convertirse en carroñeros para sobrevivir; y los hay que incluso a veces cazan por si solos pero que ¡para qué trabajar si ya lo hacen otros! 

                Desde insectos, pasando por otros invertebrados, hasta los grandes carroñeros, la lista de los mismos es larguísima. Animalitos de apariencia simpática que tienen como medio de vida el alimentarse de carne muerta; vamos de aprovechar lo que sea con tal de sobrevivir. Estos animalitos están a nuestro alrededor y viven sin que nadie repare en ellos de manera especial; incluso algunos de ellos resultan simpáticos a primera vista, a veces hasta espectaculares. Sólo acabamos reparando en ellos cuando ya se han zampado el cadáver. 

                La enumeración de carroñeros que podemos encontrar en los libros es larguísima: cucarachas, gusanos, moscas verdes, avispas, mapaches, buitres, tortugas,  gaviotas, hienas, etc. Dejando a un lado los primeros mencionados, por el tono despectivo y desagradable que pudieran tener, vamos a centrarnos en algunos de los otros. 

                Un voraz carroñero (más bien detritívoro), y así y todo considerado comúnmente como simpático, es la gaviota (Laridae). De este ave de carroña últimamente se ha podido comprobar que además de carroñero también es capaz de devorar a sus crías, al igual que hace con las de otras aves, con tal de que la cría preferida salga adelante, por torpe que esta sea (curiosidad que también se viene observando desde hace algún tiempo en el mundo de la flora, concretamente de las “rosáceas”, ¡vamos de los capullos de rosa! Pero esto ya es otro tema). La gaviota, preponderante desde hace algún tiempo en el entorno mediterráneo, en gran parte debido a la falta de voracidad mostrada por otras especies del arco detritofágico, ha mostrado recientemente su maestría para, bajo sus alas, proteger, acoger, promover y sobre todo alimentar (y muy bien) a otros carroñeros. Conocida es su capacidad para asumir en su envergadura  (la del gavión atlántico, de color aperlado, llega a ser de 170 centímetros) a animalitos, que fuera de su cobertura serían incapaces de ganarse su sustento, así como acoger a otros que no han conocido otra forma de comer que no sea la que proporciona estar bajo sus alas. Entre los carroñeros que últimamente se ha visto alrededor de esta enorme especie de gaviota, en estos tiempos muy común en las tierras del Vinalopó, destaca el gran buitre leonado (Gyps fulvus). Éste, alto,  grande, joven, de cuello curvado, con piquito de oro, y con un plumaje que a primera vista parece una cosa, hasta que uno se acerca, se ha ubicado, o eso intenta, de manera colosal al lado de la gaviota atlántica aperlada (Larus atlanticus). Junto a él, la hiena (Hyaenidae), como siempre. La que un día como primera de la lista, otro día después de que renuncien otros al pastel, y otro al precio que sea, siempre está ahí;  el caso es comer siempre del banquete de muerte, cueste lo que cueste. También es cierto que si no fuera así, de que iba a vivir esta pobre hiena de pelo ralo y sonrisa falsa. Y en esa misma prole, las tortugas (Testudínes). Sí, las tortugas, esos animales lentos, torpes, y longevos que, además de necrófagos reconocidos, son leales a quien siempre les ha aportado el sustento. Entre otras cosas porque estas tortugas, si no hubiera sido por la gaviota  carroñera que nos ocupa, no hubieran “cobrado” ninguna pieza en los últimos años.  

                Y qué decir de otras fieras carroñeras, los cangrejos violinistas, no tan conocidas pero que, una vez  han olido ese aromilla que atrae a todo necrófago (comida fácil y sin tener que trabajar), ya lo son en toda regla. Ahí están, agazapadas, sin hacer ruido (¡bueno tampoco saben!), esperando a que la gaviota diga quién come y quien no de este festín mortuorio. 

                Muchos son los animalitos que viven de la carne muerta, y no todos al amparo de gaviotas. Muchas son las alimañas que sobreviven porque muchos se dejan matar y comer (¡y si hay hambre no hace falta que se dejen; ya se los cargan!).  

Dentro de este mundo de los carroñeros, mención especial merecen algunas bestias que no son necrófagas en sentido estricto, aun cuando si guardan estrecha relación con las alimañas mencionadas más arriba. Estas últimas como mucho comen alguna que otra gallina muerta u otras aves de corral (¡eso sí, asadas!) y actúan con tanto sigilo que ni quien está a su lado se da cuenta que se lo están comiendo por los pies, hasta que ya les ha devorado medio cuerpo. Pero esto no es necrofagia, es canibalismo. De esto ya hablaremos. Hablaremos y hay que entender que estos últimos animalitos solo saben sobrevivir aprovechándose de los demás; ¡les viene de especie! ¡Habrá que disculparlos! 

                De cualquier forma no se dejen llevar por las apariencias, las gaviotas, como especie, es algo digno de ser conservado y tenido en cuenta como uno de los garantes del equilibrio sociopolíticamente concebido en la naturaleza. Eso sí, dentro de la especie, hay algún ejemplar de la misma que valdría la pena abatir antes de… ¡antes de qué se les cague en el hombro! O a lo mejor ya se le han cagado. 

¡La leche!, hablando del tema… ¡tendré que llevar el traje a la tintorería, después de pasar por la pollería! 

Fuentes:

-          Natural Geographic
-          Wikipedia
-          Y ¡esta cabecita que dios “m´ha dao” y que la gaviota “m´ha cagao”.

7 comentarios:

  1. Pero por favor... Lo que ataca al pobre hombre que sólo intenta escalar, con mucho esfuerzo, en roca ¿son gaviotas? Ayyyy qué engañada me tenían a mí las gaviotas, oye!

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  2. No todas las gaviotas son como el gavión atlántico (el enorme de color aperlado). Las hay buenas, pero yo pa mi que cada vez quedan menos!

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  3. Muy bien escrito, muy bien hilado y muy bien documentado, como siempre. No esperaba menos, por cierto: hay que ver el miedo que da la gaviota diabólica esa de la foto!

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  4. A la gaviota diabólica ya le hubiese gustado encontrarla, para una de sus obras maestras, a Alfred Hitchcock. D.E.P.

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  5. Ramón, si con la feria taurina me reí ahora ni te cuento, esto lo supera con creces y desde luego ya sabes el motivo por el que me ha entrado esa enorme preocupación por ir a la localidad vecina.

    ¿Sabes? dada la cercanía geográfica, te confirmo la existencia de especies parecidas. Aquí no hay gavión solo es una gaviota que quiere volar muy alto o más bien que quiere ser de altos vuelos, pero las alas son de excasa envergadura y no levanta del suelo.

    Te confirmo que el corral ha contado 5 bajas entre pollos y gallinas. La gaviota, aun sin saciar su voraz apetito, reserva varios pavos y alguna gallina para engorde. Tras la matanza han surgido el resto de animalitos, pero estos no tienen culpa, desconocen que realmente serán los siguientes sacrificados.

    En este ecosistema ha aparecido una especie no autóctona procedente de la meseta y sin ningún predador por encima de la cadena. En principio parecía gaviota pero realizados los oportunos estudios ha resultado ser una extraña especie combinada entre licantropo y cordero. Esta especie altamente predadora tiene un comportamiento particular ya que sólo interactúa con las de su clase, también venidas de fuera, localizadas en el tejado de la casa Salvetti, pero esta distancia no es impedimento para olfatear ese astado de nombre singular, llamado PGOU, y lanzarse a ver que pican.

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  6. Wifredo Rizo Chico de uzmán19 de abril de 2012, 21:08

    Has olvidado, bueno no, la especie más sanguinaria de los carroñeros. Tu alusión de marchar a la tintoría, después de pasar por la pollería...

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  7. tu madre diciendo ahy mis tetas11 de junio de 2012, 21:46

    aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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